Comentario
La evolución interna del sistema político danés en el transcurso del siglo XVII fue bastante parecida a la del sueco, en el sentido de una dificultosa marcha hacia un absolutismo monárquico que fuera capaz de dominar a la muy poderosa aristocracia terrateniente, aunque con la diferencia notable de que mientras éste obtuvo victorias apreciables en su proyección exterior que le permitieron aumentar su ámbito territorial y su prestigio, aquél cosechó rotundos fracasos militares que mermaron algo su extensión y su protagonismo internacional. Cristian IV (1588-1648) participó en la guerra de los Treinta Años desde 1625 a 1629, siendo derrotado en varias ocasiones por Wallenstein. Similar resultado obtuvo en su enfrentamiento de 1643-1645 con los suecos, por lo que el balance final de sus empresas exteriores no fue nada satisfactorio. Tampoco le faltaron los problemas internos originados por la prepotencia nobiliaria y por el importante factor de ser electiva la Monarquía danesa, que dieron lugar al reconocimiento por la Corona de la tutela del Senado, compuesto por miembros de la nobleza, hecho que se produjo en 1648 para poder acceder al trono el hijo de Cristian IV, el nuevo rey Federico III (1648-1670).
El reinado de éste iba a resultar, no obstante, de gran trascendencia para el fortalecimiento de la Monarquía. Contando con el apoyo de los estamentos representados en la Dieta, especialmente de la burguesía y del clero, ya que el campesinado, por su sometimiento y debilidad, no podía ejercer ningún tipo de presión, Federico III pudo conseguir anular la concesión regia de 1648 y someter políticamente a la altiva nobleza, acontecimiento que se realizó en 1660 al imponer su Monarquía como hereditaria y al proclamar a continuación su poder soberano sobre cualquier otra instancia. El nuevo Estado absolutista se concretaría todavía más con la normativa regia de 1665, que reafirmaba el carácter hereditario y de derecho divino de la Corona y propiciaba la creación de una administración centralizada, con un funcionariado a su servicio que extendería su poder por todo el país.
El fortalecimiento del aparato gubernamental vino acompañado de un deslizamiento en los componentes de las capas altas de la sociedad, pues la nobleza tradicional se vio desplazada y superada por una nueva aristocracia cortesana, de servicio, con una fuerte influencia alemana.